En un blog anterior compartíamos una reflexión sobre la dimensión social del desarrollo territorial y planteábamos la necesidad de nuevas estrategias para integrar la investigación como palanca de cambio social. Mencionábamos entonces la investigación acción como posible estrategia.

La semana pasada viajé a Noruega para impartir, junto con otros dos compañeros de la Universidad de Agder un curso sobre investigación interactiva. Fueron tres días en que nuestra práctica de investigación acción, concretamente el proyecto Gipuzkoa Sarean, fue sometida a debate en un marco de reflexiones sobre filosofía de la ciencia. En los siguientes párrafos intento ordenar las anotaciones realizadas en aeropuertos y aviones en el viaje de vuelta.

Orkestra ha optado por desarrollar, entre otras aproximaciones, la investigación acción como estrategia para la transformación social. Ello ha supuesto un cambio profundo en las formas de investigar de aquellos que hemos asumido este reto. Una de las cosas que el espejo del debate nos mostró en Noruega es que posiblemente hemos comunicado este cambio de forma muy simplificada o parcial. Por eso, hoy quiero compartir una visión que va un poco más allá de lo que habitualmente hemos compartido.

Optar por la investigación acción ha supuesto remover de raíz asunciones ontológicas y epistemológicas de nuestra aproximación a la investigación.

Las asunciones ontológicas señalan la naturaleza de la realidad social y qué tipos de fenómenos existen o pueden existir, las condiciones para su existencia y cómo se relacionan. Nuestras asunciones ontológicas han evolucionado de una perspectiva realista, en que asumíamos que la realidad existe independientemente de nosotros a una posición más idealista, en que entendemos que la realidad social está hecha de interpretaciones compartidas que los actores sociales, incluidos los investigadores, producimos y reproducimos. Al hacerlo, tomamos conciencia de que

Nadie puede estar ahí “simplemente mirando”. No podemos estudiar el mundo sin compromiso como si de pronto, misteriosamente, no tuviéramos nada que ver con él. (Paulo Freire)

Las asunciones epistemológicas señalan qué tipos de conocimiento son posibles, cómo podemos saber sobre las cosas y cuándo el conocimiento es adecuado y legítimo. Nuestro camino nos ha llevado desde una perspectiva empirista a una construccionista. La primera nos hacía vernos como observadores entrenados para analizar la realidad sin distorsionarla y llegar así a un conocimiento fiable. Hoy en día partimos de la relevancia de los saberes cotidianos derivados de los esfuerzos que la gente realiza para buscar el sentido a sus encuentros tanto con el mundo físico como con otras personas. Desde este reconocimiento asumimos que el conocimiento científico social es el resultado de la reinterpretación que los investigadores sociales hacemos de estos saberes cotidianos trasladándolos a un lenguaje técnico. Asumimos, finalmente, que esta reinterpretación refleja nuestro punto de vista como investigadores y toda observación está marcada por nuestras presuposiciones teóricas.

Quisiera cerrar con un párrafo de la crítica realizada por Ken Dovey a un libro sobre investigación acción que James Karlsen y yo publicamos el año pasado.

Aunque el libro plantea el fenómeno del poder como elemento central de los procesos y relaciones sociales, los autores se quedan cortos al explorar las implicaciones que este fenómeno tienen en su práctica. Una posible razón para esto – una a la que apuntan en su análisis del lugar que ocupan dentro del contexto universitario- es la oposición a metodologías de investigación alternativas dentro de la academia y las principales comunidades investigadoras. Como consecuencia, no consiguen posicionar la investigación acción en un paradigma construccionista.

(Ken Dovey, International Journal of Action Research)

El post va dedicado a ti Ken. A veces necesitamos un empujoncito para salir del armario.

Forman parte de esta serie sobre la dimensión social del desarrollo territorial:


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