Mucho se ha publicado en los últimos meses sobre el teletrabajo a causa de la crisis generada por la pandemia del coronavirus. La necesidad de evitar la expansión de la COVID-19 ha obligado a miles de personas y organizaciones alrededor del mundo a ajustar su actividad y realizarla desde casa. Por supuesto, en la mayoría de los casos, este ajuste no ha podido realizarse bajo planificación alguna por la urgencia de la situación y la falta de experiencia. El objetivo ha sido mantener la actividad de aquellas empresas y actividades profesionales en la medida de las posibilidades.
Por tanto, parece que la capacidad de las personas y organizaciones para el teletrabajo es sinónimo de adaptabilidad. En este sentido, últimamente, una de las palabras que más se escucha y se lee en el entorno es resiliencia. Para Salanova (1), la resiliencia se define como la capacidad de seguir funcionando bien en situaciones adversas y, en este sentido, las personas y organizaciones resilientes son capaces de seguir funcionando bien en una situación de crisis como la generada por la pandemia, afrontar los cambios de manera proactiva e incluso crecer a partir de ésta.
En un reciente post de este blog, Carla Peletier, indica que el teletrabajo junto con el comercio electrónico y la capacidad de reinvención son tres elementos relacionados con las nuevas tecnologías que están siendo utilizados por las empresas como estrategia de resiliencia. En el caso del teletrabajo, la mayoría de las empresas está “testando” y, muchas por primera vez, esta modalidad de organización del trabajo, cuyos resultados se tendrán que analizar en el corto plazo.
Bajo la premisa de que el teletrabajo es una respuesta necesaria de las empresas para adaptarse rápidamente a la situación actual, cabe preguntarse cuántos trabajos pueden hacerse desde casa, e incluso, cuántos trabajos pueden realizarse desde casa en condiciones óptimas. En este sentido, un reciente documento de análisis de la crisis actual publicado por el IVIE (2) refiere datos de la Encuesta de Población Activa del INE que ponen de manifiesto que en 2019, en España tan solo un 4,8% de la población ocupada teletrabajaba, aunque un 22,3% podía teletrabajar. En la comunidad de Madrid el 28% tenía la posibilidad de teletrabajar, mientas que esta posibilidad estaba al alcance del 17,5% de la población ocupada de Extremadura. Sin embargo, el mayor porcentaje de personas teletrabajadoras se encontraba en Asturias (6,6%) y el menor, en La Rioja (3,6%). En el caso del País Vasco, el 24,5% de la población ocupada podía trabajar en remoto, mientras que el 4,3% efectivamente teletrabajaba.
El hecho de poder teletrabajar no siempre significa poder hacerlo de manera adecuada y efectiva. El análisis del IVIE indica que, dado el carácter sobrevenido del teletrabajo en la crisis actual, es probable que éste no iguale los niveles de desempeño del trabajo presencial. Así, el teletrabajo realmente constituye una estrategia de resiliencia en la medida en que se pueda realizar de manera adecuada y en la que el bienestar de las personas se afecte lo menos posible.
Según el profesor José María Peiró, Catedrático de Psicología de las Organizaciones y del Trabajo(3), para que las empresas puedan realizar un teletrabajo competitivo, deben asegurar equipamientos necesarios y un uso adecuado de los mismos, así como formar a los trabajadores/as para desarrollar el trabajo de esta manera, reorganizar el sistema de trabajo y explorar distintas formas de teletrabajo, no solo desde el domicilio de los trabajadores. En este sentido, pueden resumirse tres aspectos básicos a tener en cuenta en el teletrabajo competitivo: recursos, habilidades y condiciones, cuyos elementos principales se indican a continuación.
Recursos
Son muchos los recursos necesarios para desarrollar un teletrabajo en condiciones óptimas. En lo que respecta a la tecnología, uno de los principales recursos es la disponibilidad de Internet, ya que trabajar desde casa sería prácticamente imposible sin una adecuada conexión a la red. De hecho, el Observatorio de Competitividad Regional desarrollado por Orkestra presenta el porcentaje de hogares con acceso a banda ancha como un indicador determinante de competitividad. En este sentido, basado en Eurostat y Eustat, el indicador muestra que, en 2018, el 86% de los hogares en España contaba con este tipo de acceso a Internet, siendo incluso mayor en comunidades como la de Madrid (91%) o la del País Vasco (90%).
Sin embargo, está claro que el teletrabajo efectivo requiere además de equipos y aplicaciones informáticas que no están al alcance de todas las personas que están desarrollando su actividad laboral desde casa. Los resultados de la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de las TIC en los hogares del INE indican que, en 2019, alrededor del 81% de los hogares contaba con algún tipo de ordenador en aquellas viviendas con al menos un miembro de 16 a 74 años, porcentaje que varía entre el 73,3% en Galicia y el 87,8% en la Comunidad de Madrid.
De todas formas, cuando todos los miembros del hogar tienen que trabajar o estudiar desde casa utilizando estos dispositivos, su disponibilidad real disminuye. También está claro que la calidad de los recursos con los que se cuenta resulta fundamental, razón por la cual, durante el teletrabajo sobrevenido por la pandemia, se ha vuelto recurrente la queja de falta de recursos adecuados, tanto tecnológicos como no tecnológicos: pantallas de ordenador de tamaño razonable, sillas de oficina ergonómicas, espacios de trabajo privado y luminoso que faciliten la concentración, entre otros.
Muchas personas que trabajan desde casa, o que lo intentan, lo hacen en espacios comunes que otros miembros del hogar utilizan para realizar sus propias actividades laborales, académicas o de ocio, como ver la televisión. Así, miles de personas se ven abocadas a trabajar con la tele como acompañamiento involuntario durante el desarrollo de su trabajo.
La ausencia de recursos adecuados y los consiguientes problemas de salud a los que se enfrentan miles de personas han motivado titulares de prensa con frases muy ilustrativas como “Deslomados por el teletrabajo” (4), que dan cuenta de la situación y que indican la importancia de que las empresas doten a las personas que trabajan desde casa con el material ergonómico necesario. Por otra parte, la inexistencia o el funcionamiento inadecuado de equipamientos y aplicaciones informáticas de almacenamiento de información y de comunicación, sumado a los problemas de conectividad pueden llevar a muchas personas teletrabajadoras a padecer lo que se ha denominado "tecnoestrés" (5).
Habilidades
La situación de teletrabajo sobrevenido ha puesto de relieve la necesidad de contar con diferentes habilidades, que según el profesor Peiró, implican tanto habilidades para la comunicación a distancia, como para la realización del trabajo en remoto. Adicionalmente, se hace evidente la necesidad de generar habilidades para el trabajo en equipos virtuales y para el desarrollo de hábitos de trabajo adecuados como la planificación de la jornada laboral que concilie la vida laboral y personal. En este sentido, las empresas que han tenido que adaptar su actividad presencial al trabajo en remoto o que piensan hacerlo, deben tener en cuenta la necesidad de dotar a su personal con este tipo de habilidades y de las cuales los “freelancers” tienen mucho que enseñar.
Por otra parte, está claro que en el terreno de las habilidades implicadas en el teletrabajo, también se ha de pensar en aquellas de los líderes de las organizaciones. En una reciente entrevista, Ignacio Galán (6), presidente de Iberdrola, indicaba que el confinamiento también ha resultado un reto para dirigir a personas que trabajan en remoto.
Condiciones
Otro de los grandes retos asociados al teletrabajo sobrevenido es que las condiciones en las que se realiza permitan la conciliación de la vida personal y laboral donde la flexibilidad organizacional y la adaptación de los esquemas de trabajo tienen un carácter fundamental.
Esta flexibilidad organizacional implica contemplar la imposibilidad que supone el desarrollo normal del trabajo en una condición sobrevenida como la actual, donde no están garantizados los cuidados de otros miembros del hogar que requieren atención durante las horas de trabajo y donde las demandas familiares y laborales superan ampliamente a los recursos personales. Dicha flexibilidad, por tanto, parece implicar, por ejemplo, el trabajo por objetivos y la adaptación de los tiempos de respuesta en el desarrollo del trabajo.
En otro post reciente de este blog, Susana Franco, investigadora sénior de Orkestra, llama la atención sobre la importancia crucial de los cuidados como base para el buen funcionamiento del sistema económico y social.
En conclusión, en tiempos de coronavirus, el teletrabajo ha emergido como una estrategia de resiliencia, y la capacidad de teletrabajar ha mostrado favorecer tanto a la empleabilidad individual, como a la competitividad organizacional. Sin embargo, son muchos los retos que se plantean en diferentes ámbitos para que esta forma de trabajar redunde en mayor competitividad sin descuidar el bienestar, retos que las políticas organizacionales y las políticas públicas están obligadas a considerar.
- (1) Moya, M., Willis, G. B., Paez, D., Pérez, J. A., Gómez, Á., Sabucedo, J. M., … Salanova, M. (2020, April 23). La Psicología Social ante el COVID19: Monográfico del International Journal of Social Psychology (Revista de Psicología Social). https://doi.org/10.31234/osf.io/fdn32
- (2) Peiró, J.M. y Soler, A. (2020). El impulso al teletrabajo durante el COVID-19 y los retos que plantea. Serie de informes COVID-19: IvieExpress. Recuperado de IVIE.
- (3) Investigador del IVIE cuyos planteamientos pueden verse aquí.
- (4) Alfageme, A. (18 de mayo de 2020). Deslomados por el teletrabajo. El País. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2020-05-17/deslomados-por-el-teletrabajo.html
- (5) Salanova, M., Llorens, S., Cifre, E. y Nogareda, C. (2007). El tecnoestrés: concepto, medida e intervención psicosocial. Nota Técnica de Prevención, 730, 21ª Serie. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo.
- (6) Jiménez, M. (24 de mayo de 2020). Ignacio Galán “Si aceleramos las energías limpias podríamos crear 300.000 empleos ya”. El País. Recuperado de https://elpais.com/economia/2020-05-24/si-aceleramos-las-energias-limpias-podriamos-crear-300000-empleos-ya.html
Juan Gamboa
Juan es investigador de Orkestra. Su actividad investigadora y docente se ha centrado en la relación educación-empleo, especialmente en el análisis de la empleabilidad, la inserción laboral, la calidad del empleo y las competencias y desarrollo de carrera.
Es Licenciado en Psicología, Doctor en el área de Psicología de las Organizaciones y del Trabajo con formación de postgrado en Psicología del Consumidor.