Escribo este post mirando atrás, a los aprendizajes que en torno al género he realizado estos años pasados, pero, sobre todo, hacia delante, pensando en el paso que quiero dar este 8 de marzo de 2025: hablar de feminismo en la investigación acción para el desarrollo territorial  (IADT).  

La transformación de roles de género en nuestra investigación

Después de años en la investigación social sin que el género apareciera en nuestra agenda, empecé abordar esta dimensión con una investigadora irlandesa afincada en aquel momento en Estados Unidos. Como en las películas en las que los personajes se sinceran con alguien que conocen en la barra de un bar, me parecía más fácil hablar con ella que en los equipos de investigación en que participaba. Sin embargo, con el tiempo abrimos este diálogo en nuestros equipos de IADT y lo explicitamos en nuestras publicaciones

En este camino compartido reconocimos que nuestra práctica de la investigación-acción responde a un patrón claro de género cuando las investigadoras en la acción asumimos un rol facilitador y dejamos que los demás participantes asuman el rol de actores territoriales. En estos casos nuestro rol se centra exclusivamente en el cuidado, a través de la generación de condiciones para que los actores reflexionen, decidan y actúen. Ante esto, hemos luchado, primero, por hacer visible y poner en valor la facilitación y, segundo, hemos reivindicado nuestro rol de actoras territoriales. Una investigadora en la acción facilitadora facilita, pero lo hace desde su posición como actora territorial.  

Una facilitación femenina 

En Orkestra somos doce las personas investigadoras-en la acción facilitadoras que abiertamente enmarcamos (parte de) nuestro trabajo en la IADT y once, es decir, el 92%, somos mujeres. En nuestro caso se cumple aquello que dijo Annemarie E. Groots y recogí en un post anterior: “las mujeres en particular se sienten atraídas al arte de la facilitación”.   

Nuestro primer paso fue tomar conciencia de que, empíricamente, nuestra facilitación de la investigación acción es femenina, en el sentido de que responde a sistemas de creencias, actitudes y comportamientos que se observan con mayor frecuencia entre las mujeres que entre los hombres. Pero hemos hecho más que constatar y tomar conciencia. Hemos trabajado para transformar esta situación, para superar la injusticia que supone para las mujeres, y buscar la igualdad de derechos, partiendo de reconocernos como seres humanos plenos

Pero ¿por qué, si la esencia de la investigación-acción es transformar esta situación, nunca hemos hablado de feminismo en nuestros procesos, además de hablar de lo femenino?

El miedo a declarar nuestra facilitación también como feminista  

Hemos realizado este trabajo para transformar los roles de género con mucho respeto y cuidado, y con una conciencia clara de que nosotras mismas tenemos interiorizado aquello que queremos transformar, con la carga de incoherencia que esto conlleva. Ha sido, sin duda, el tema en el que como equipo de investigación más vueltas hemos dado a cómo íbamos a plantear las cosas. Hemos releído nuestros textos, matizado, vuelto a leer y vuelto a matizar. Lo hemos hecho hasta el punto de que más allá de ese respeto y cuidado, he sentido miedo de hacerlo mal, de utilizar el lenguaje no apropiado, de no explicitar adecuadamente lo que pienso y de que no se me entendiera, o peor aún, de que se me malinterpretara. 

Siguiendo aportaciones relevantes del feminismo, asumimos que nuestra tendencia a facilitar es una construcción social y cultural, y no nacemos facilitadoras, sino llegamos a serlo(1). La definición que utilizamos de actoras facilitadoras, y sobre todo nuestra práctica como tales, busca la igualdad social, política y económica. Y creemos que todas las personas  deberíamos ser feministas(2) y que el feminismo es para todo el mundo(3). Aun así, ese miedo me ha impedido declarar que somos investigadoras feministas o nuestra investigación es feminista. 

Otra experiencia del miedo en la academia 

Esta situación me ha hecho recordar otra parecida, en la que sentía un respeto, cuidado y temor similares. A inicios de la década del 2010, cuando estábamos dando los primeros pasos para proponer el marco de la IADT, James Karlsen, un compañero de trabajo y amigo me llevó a visitar a Morten Levin, uno de nuestros referentes en el tema. Yo tenía tanto miedo a hablar de la investigación-acción ante él y decir algo que no debía, que empecé a utilizar un término que había oído a otra investigadora antes de la reunión: “investigación inspirada en la investigación-acción”. Me parecía más prudente decir que lo que yo hacía era investigación inspirada en la investigación-acción que decir que hacía investigación-acción. Además, pensé que Morten Levin valoraría mi prudencia.

Sin embargo, aunque yo no fuera consciente de por qué, el término no le gustó y cada vez que yo lo repetía la irritación de Morten Levin aumentaba, hasta que me dijo: “¿Por qué dices investigación inspirada en la investigación-acción? ¡Nunca deberías avergonzarte de decir que eres una investigadora en la acción!”. Desde aquel día digo que hago investigación-acción y soy investigadora en la acción. 

Me acuerdo de Morten con frecuencia, y cuanto mejor conozco las distintas familias de la investigación-acción, más agradezco la tranquilidad que me dio para decir que era investigadora en la acción. Con los años he visto que no todas las personas que  investigan en la acción se reconocen mutuamente como tales. 

Es nuestra decisión

Ese miedo y prudencia que tenía cuando fuimos a hablar con Morten Levin la percibo en nuestros equipos de investigación-acción en relación con el feminismo en el mundo académico. En este caso nunca he llegado a decir “investigación inspirada en la investigación feminista”, aunque he sentido el mismo miedo de decir algo inconveniente y que piensen que no merezco ser considerada una investigadora feminista. Sin embargo, con Morten aprendí que no era él, sino yo, quien decidía si yo era o no investigadora en la acción. 

La facilitación de nuestra investigación-acción es femenina, porque todavía somos las mujeres las que en particular nos sentimos atraídas por este arte y lo ejercemos. A su vez, al trabajar para que deje de serlo, nuestra facilitación e investigación-acción son feministas. Nosotras decidimos. 

    • (1) Beauvoir, Simone de. El segundo sexo. Editorial Fondo de Cultura Económica, 2009.
    • (2) Adichie, Chimamanda Ngozi. Todos deberíamos ser feministas. Editorial Lumen, 2015.
    • (3) Hooks, Bell. El feminismo es para todo el mundo. Editorial Traficantes de Sueños, 2007.

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Miren Larrea

Miren Larrea es investigadora sénior de Orkestra. Comenzó su carrera profesional como ayudante de investigación en la Universidad de Deusto, donde realizó su tesis doctoral sobre los sistemas productivos locales de la Comunidad Autónoma del País Vasco.

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