Hace ya casi un año finalizó el estudio de caso que realizamos con los jóvenes (¡y la joven!) migrantes no acompañados en el proyecto YouCount. Aproximadamente 30 jóvenes participaron como científicos ciudadanos en este proyecto en Gipuzkoa; algunos de manera más esporádica y otros de manera más intensa, pero todos ellos han aportado conocimiento.

Tras un periodo de casi dos años que comenzó con el lanzamiento del proyecto en septiembre de 2021 y reuniones cuasi-mensuales entre el personal de la Universidad de Deusto y Orkestra, jóvenes migrantes y miembros de las organizaciones Loiola Etxea y Agintzari Zabalduz, teminamos el proceso en un foro que tuvo lugar en junio del año pasado y al que se invitó también a miembros de la sociedad civil, de las administraciones públicas y de los medios de comunicación.

Los jóvenes trasladaron algunos de los elementos que dificultan su inclusión social y que habíamos identificado conjuntamente a partir de sus propias experiencias. Estos elementos se ordenaron en tres categorías: acceso al trabajo, acceso a la vivienda y elementos asociados al ocio y relaciones sociales. En cada uno de ellos había cuestiones burocráticas, pero también otras que tienen que ver con los estereotipos y prejuicios que sufren. Enfatizaron, por tanto, que hacen falta cambios en las políticas públicas, pero también en la mentalidad de las personas.

El principal escollo burocrático que trasladaron es el de las dificultades para obtener el permiso de residencia, un proceso complejo con múltiples requisitos, que se puede dilatar en el tiempo, extendiéndose hasta dos años en los que su situación es incierta y les impide encontrar un empleo en situación regular. Esto es especialmente preocupante porque el empleo no es solo una fuente de ingresos, sino también un modo de ser participantes plenos en la sociedad.

En cuanto al acceso a la vivienda, comparten la inquietud con jóvenes locales por el alto coste de la misma, pero en su caso la situación se ve agravada por los prejuicios que hacen que, cuando realizan el contacto para alquilar un piso, se vean rechazados por su acento o porque su nombre delata su origen, siendo objeto de discriminaciones racistas y xenófobas. Dado que los jóvenes que participaban en el proyecto habían llegado como menores no acompañados, eso implica que, en muchos casos, no tengan aquí familiares con los que convivir y se vean obligados a compartir piso o a vivir en la calle.

Sus oportunidades de ocio también son a veces limitadas. A esto contribuyen varios factores, como sus limitados ingresos (y el tener que dedicar una gran parte de ellos a costear su vivienda), ya que muchas de estas actividades no son gratuitas. En este sentido, algo que señalaron como positivo es el poder integrador del deporte, que les ayuda no solo a sentirse mejor física y mentalmente, sino también a aumentar su capital social, porque a través de la práctica del deporte pueden relacionarse con otras personas. Los jóvenes compartieron durante el foro algunas de las dificultades ligadas al tema deportivo, como por ejemplo los problemas que pueden tener algunos de ellos para desplazarse para participar en algunos torneos si no tienen la documentación en regla o para acceder a instalaciones deportivas si no están empadronados.

Otro de los factores, en este caso cultural, que puede limitar la integración de los jóvenes migrantes es el fenómeno de las cuadrillas. Varios jóvenes mencionaron que son estructuras en las que es difícil integrarse y, por tanto, construir un grupo estable de amigos locales. A esto se añade otro factor cultural, ya que varios de los jóvenes con los que desarrollamos el proyecto son musulmanes y no consumen alcohol. Dado que una parte importante de la socialización se establece en bares y en torno al alcohol, esto puede dificultar su integración.

Destacaron también lo doloroso que resulta el ser contemplados con suspicacia cuando entran en algunas tiendas o el tratamiento que reciben por parte de las fuerzas de seguridad y que, en algunos casos, les hace alejarse de lugares como Tabakalera, que debería ser un lugar de integración, pero al que algunos no se atreven a acercarse por la posibilidad de ser victimas del abuso de poder de algunos policías solo por su condición de migrantes. Esto ocurre porque Tabakalera se encuentra situado junto a las estaciones de autobuses y de trenes, lugares donde los controles policiales son frecuentes.

Y, aunque el colectivo de jóvenes inmigrantes no acompañados en nuestro territorio está principalmente compuesto por hombres jóvenes de origen magrebí, en el proceso también participó una mujer joven de origen latino. Esto nos permitió identificar algunos factores de género, que muestran la vulnerabilidad que sufren las mujeres migrantes por su doble condición de mujer y de migrante y que se habían reflejado en su caso, por ejemplo, en comentarios relacionados con su forma de vestir o con su situación de madre soltera.

Además de escuchar a los jóvenes, que agradecieron la oportunidad de que sus voces fueran escuchadas, el resto de personas que participamos en el foro también compartimos nuestras reacciones a lo que contaban. Me gustaría destacar algunas de ellas. Por parte de los representantes de las administraciones públicas, hubo voces que indicaron que lo que estaban escuchando no era realmente nuevo, que hay muchas cuestiones que persisten, pero que también hay cosas que han mejorado y que hay que seguir actuando, cada uno desde sus competencias, sin escudarse en que en que las restricciones están más arriba, en que el problema es que no tienen papeles. También destacaron que ayudaba escucharlo de sus experiencias en primera persona, porque así se ponen caras y nombres a las generalidades.

Desde las entidades de la sociedad civil se hizo hincapié en la importancia del voluntariado, ya que a través de estas organizaciones se pueden canalizar muchas ideas para producir cambios en la sociedad.

Por parte de los medios de comunicación, a los que se invitó a participar en el foro por iniciativa de los jóvenes, que consideraban que parte de los estereotipos surgen porque en las noticias se pone demasiado el foco en las historias negativas relacionadas con robos o crímenes cometidos por personas inmigrantes, sin resaltar lo suficiente los aspectos positivos, reconocieron que es necesario que muestren en mayor medida la vulnerabilidad de las personas migrantes. También mencionaron, lo que, para mí, representaría un signo real de integración: que los medios de comunicación pueden contribuir a ampliar el “nosotros” contactando con las personas migrantes no únicamente cuando se hable de temas de inmigración, sino también de otros temas, mostrando la visión de cualquier temática desde la amplitud de personas que componen nuestra sociedad.

Finalmente, las personas investigadoras expresamos nuestro agradecimiento por haber compartido este proceso con estos jóvenes científicos ciudadanos, lo que nos ha permitido acercarnos a su realidad, comprender mejor su valía y reafirmarnos en la importancia de seguir investigando para que la competitividad del territorio realmente se convierta en bienestar inclusivo para todas las personas que en él habitan. Gracias nuevamente a todos los jóvenes (¡y la joven!) que nos han acompañado en este proceso.


susana franco

Susana Franco 

Susana Franco es investigadora sénior de Orkestra, Doctora en Económicas por la Universidad de Nottingham y trabaja en Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad como investigadora desde 2010. Sus principales actividades y responsabilidades incluyen llevar a cabo investigaciones de carácter cuantitativo y cualitativo, así como coordinar y desarrollar proyectos sobre clústeres, competitividad, desarrollo regional y bienestar; publicar los resultados de las investigaciones en revistas académicas internacionales, libros e informes; interactuar con distintos agentes regionales e internacionales; contribuir a la formación en el campo de la competitividad; y supervisar a estudiantes de doctorado

Ver perfil completo