Recientemente leía un par de artículos, el primero sobre el desafío de la tradicional industria relojera. Esa industria ubicada, fundamentalmente en Suiza, es sinónimo de elegancia, calidad y lujo. Sus relojes suponen más de la mitad del mercado mundial. Sin embargo, desde que se lanzaron los primeros relojes inteligentes se ha visto seriamente afectada. De hecho, en 2016, Apple habría vendido más que cualquier otra compañía suiza, con la excepción de Rolex.

En el segundo se hacía referencia a la necesidad de avanzar hacia una relojería ecorresponsable, donde se avance en la utilización de materiales reciclados. En este sentido, se planteaba el caso de la producción de acero reciclado de Panatere a partir de residuos locales de fábricas relojeras o médicas. Igualmente se mencionaban los avances para desarrollar relojes que funcionan con células solares, o que dispongan de microsensores que permitan almacenar energía para varios años, así como el empleo de materiales plásticos. 
 
Esto de los materiales, y en especial de las materias primas críticas, se ha convertido en un tema clave como ya mencionamos en el post anterior, sobre la paradoja de la transición energética.
 
 De acuerdo con la Comisión Europea, son materias primas críticas aquellas, que siendo de gran importancia para la economía de la UE tienen un elevado riesgo de suministro según dos parámetros: la importancia económica y el riesgo de suministro. 
 
Existe de hecho una lista europea de materias primas críticas que se establece a partir de un listado de materias primas evaluadas, por periodos de cinco años, no existiendo un orden de clasificación de las materias primas en términos de criticidad. El actual listado, de 2023, que todavía es una propuesta, es fruto de la evolución en el tiempo y de la revisión de los listados desarrollados en los años 2011, 2014, 2017 y 2020.
 
La actual escasez de materias primas está provocando una creciente preocupación industrial y de seguridad. Asimismo, el aumento de los precios de las materias primas pone en peligro la recuperación de la ya de por sí debilitada economía. El riesgo asociado a los precios, debido a la evolución de los patrones cíclicos de evolución de la oferta y la demanda, ha estado sobre la mesa en los últimos dos años. Sin embargo, existen otros riesgos, como el medioambiental relacionado con la actividad minera e industrial.
 
Asimismo, el riesgo geopolítico aumenta conforme mayor es la concentración en pocos suministradores y aumenta el riesgo país de estos. Asimismo, existen otros riesgos como la competencia del suministro de la industria y la defensa.
 
Por otra parte está el riesgo asociado a la elevada concentración de la oferta de determinadas materias primas en países con conflictos armados, trabajos forzados e infantiles (Cobalto- República Democrática del Congo) o el asociado al crimen organizado transnacional.
 
En este contexto y el de la propuesta de Reglamento para el desarrollo de un marco para garantizar un suministro seguro y sostenible de materias primas críticas, mediante el cual se materializa la Ley Europea de Materias Primas Críticas, se hace imprescindible adoptar medidas que vayan a favor de garantizar el suministro de estas materias primas necesarias para la transición energética y hacia la descarbonización, así como para la digitalización. Esa es la responsabilidad de las empresas, así como de las Instituciones, de promover la colaboración público-privada en la que intervengan otros agentes como los relacionados con el conocimiento. Pero esto es ya otra cuestión.
 
En ninguno de los artículos se mencionaban los antiguos, o no tanto, relojes automáticos que se cargan gracias a los movimientos de la muñeca y que pueden alcanzar una autonomía de entre 40 y 60 horas, ni los relojes de cuerda. Desde que tuve un reloj de estos, siempre he pensado que eran la gran opción y sigo pensándolo, a pesar de que no me permita conectarme al teléfono, conocer mi ritmo cardíaco o tener la hora ajustada al reloj atómico.
 
Desconozco el impacto de estos relojes frente a uno digital e inteligente en términos de huella medioambiental, pero funcionan perfectamente, si no se usan en un tiempo fácilmente se ponen en marcha de nuevo y en su uso son muy limpios porque no generan residuos como pilas. ¡Quizás sería necesario acometer un estudio al respecto!

 


macarena larrea

Macarena Larrea

Macarena Larrea, investigadora de Orkestra, es Doctora en Promoción y Desarrollo de Empresas por la Universidad del País Vasco. Realizó una tesis sobre la “Internacionalización de los costes externos de la producción eléctrica”.

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