¿Qué es la pobreza energética y por qué puede afectar más a las mujeres?
Nadine y Rosa (ver fotos) son dos mujeres que tienen dificultades para costear los servicios energéticos básicos que les garanticen un nivel de vida y salud dignos. Se considera que una persona o un hogar como los de Nadine en Francia o Rosa en España sufren de pobreza energética si no tienen acceso a la red eléctrica, no pueden calentar adecuadamente su casa durante el invierno o mantenerla refrigerada durante el verano, no pueden iluminarla adecuadamente o tener la energía necesaria para hacer funcionar sus electrodomésticos a precios razonables.
Imagenes de Stéphanie Lacombe y Edgar Melo-Gutiérrez para el exposición EXPOSED del proyecto EnACT
La Comisión Europea ha identificado tres factores como los principales determinantes de la pobreza energética: bajos ingresos, bajo nivel de eficiencia energética de los hogares y precios altos de la energía. Además, existen diferentes factores que hacen a ciertas personas u hogares más vulnerables a la pobreza energética, como factores relacionados con la edad o el estado marital, el tipo de hogar, sus condiciones de salud, y entre otros aspectos, su nivel de alfabetización energética. Además, dado que el cambio climático ha incrementado la volatilidad del clima, registrándose ahora temperaturas más altas durante el verano y más bajas durante el invierno, se ha elevado la probabilidad de que las personas más vulnerables se encuentren en pobreza energética.
En el caso de las mujeres y sus hogares, éstas son más vulnerables a la pobreza energética debido a que: (i) tienen una expectativa de vida mayor a la de los hombres, y las personas mayores son más sensibles a bajas o altas temperaturas; (ii) son más sensibles al frío y al calor que los hombres por razones fisiológicas, lo que incrementa su riesgo de pobreza energética y de deterioro de su salud física y mental; (iii) perciben menores ingresos y pensiones que los hombres; y (iv) tienen menos tiempo para un trabajo remunerado, pues suelen tener mayor responsabilidad en las tareas y cuidados del hogar (Birgi et al., 2021; Energy Poverty Advisory Hub, 2022a).
Dado que la pobreza energética es un fenómeno complejo y multifacético, su medición no es sencilla; tanto el contexto (ubicación, clima, tipos de viviendas, y el comportamiento del mercado de energía) como las condiciones personales (edad, composición del hogar, condiciones de salud, ingresos, etc.) determinan las personas que pueden catalogarse con carencias para cubrir sus necesidades básicas de energía. Sin embargo, el Observatorio Europeo de Pobreza Energética (EPOV) estableció una serie de indicadores para medir estas carencias en los hogares (Energy Poverty Advisory Hub, 2022b). Los dos principales indicadores son la incapacidad de mantener una temperatura adecuada en el hogar (basado en el reporte personal de malestar con la temperatura del hogar en el inverno) y el retraso en el pago de facturas (basado en el informe de los hogares de su inhabilidad para pagar las facturas de los suministros de la vivienda a tiempo en los últimos 12 meses).
¿Afectó más la pandemia y el inicio de la crisis energética actual a las mujeres que a los hombres?
Ahora, dada la crisis económica que generó la pandemia desde el 2020 y la crisis energética que inició en 2021, es importante desde el punto de vista del diseño de la política pública, analizar si los hogares como los de Rosa y Nadine se vieron más afectados que otro tipo de hogares, y de esta manera afinar las estrategias contra la pobreza energética y las políticas que buscan proteger a los colectivos que consumen gas y electricidad más vulnerables.
Utilizando información de Eurostat para el 2010 a 2021, se detecta que los hogares monoparentales y los formados por tres o más adultos son los más vulnerables a la pobreza energética. Específicamente, en la UE los hogares con mayor porcentaje de incapacidad para mantener una temperatura adecuada en la vivienda durante el invierno son los formados por una mujer adulta (10% en el 2021), seguidos por los conformados un hombre adulto (9% en 2021) o por 3 o más adultos (8% en 2021). Aunque este porcentaje ha venido a la baja durante los últimos años, durante el 2020 y 2021, los porcentajes se incrementaron levemente para todos los tipos de hogares, reflejando los efectos de la crisis económica y la subida de los precios de electricidad y gas.
En cuanto al porcentaje de hogares que se retrasa en el pago de sus facturas de suministros de la vivienda, los hogares monoparentales de mujeres (4% en 2021) siempre se retrasan menos en sus pagos que los de hombres (7% en 2021), indicando una posible mayor aversión al riesgo por parte de las mujeres (Charness & Gneezy, 2012). Los hogares más susceptibles a retrasarse en sus pagos son los conformados por tres o más adultos, que probablemente tienen dependientes mayores de 65 años.
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En España, el porcentaje de hogares conformados por una mujer adulta que no logra calentar adecuadamente su hogar en el inverno fue mayor al de los conformados por un adulto hombre en algunos años del período estudiado. Estos porcentajes se mantuvieron relativamente estables hasta la crisis de la pandemia en 2020 y el inicio de la crisis energética en 2021. De 2020 a 2021, el indicador para hogares liderados por una mujer se incrementó en 65%, mientras que en los liderados por un hombre creció en 20%, siendo así, las mujeres las más afectadas por la crisis energética actual.
Con relación al indicador de retraso en el pago de las facturas del hogar, en España se presenta el mismo comportamiento de la UE, donde los hogares conformados por una mujer adulta se retrasan menos en sus pagos que los hogares de un adulto hombre o de tres o más adultos. Sin embargo, de los cuatro tipos de hogares analizados, los conformados por una mujer sufrieron el mayor crecimiento en este indicador en el 2020.
Al comparar el comportamiento de los indicadores para los hogares liderados por una mujer en España con la UE, se observa que el porcentaje de hogares que no pueden calentar adecuadamente sus viviendas es casi siempre menor que la media europea, excepto en 2020 y 2021. De hecho, en España, entre el 2019 y el 2021, este indicador aumentó del 9 al 20%, mientras que para la UE se mantuvo alrededor del 10%. Además, si comparamos este indicador con otros países como Alemania, Francia, Italia y Portugal, España solo fue superado por Portugal. Si analizamos el comportamiento de los hogares de una mujer adulta que se retrasa en el pago de las facturas ocurre algo similar: España presenta los niveles más bajos que la media de la UE hasta el 2019 y, sin embargo, entre el 2020 y el 2021, tiene el mayor porcentaje de los cinco países analizados.
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En conclusión, las mujeres presentan factores de riesgo fisiológicos, de salud, económicos y sociales que las hacen más propensas a la pobreza energética. En cifras para España y la UE, se tiene que los hogares liderados por mujeres son levemente más propensos a no poder calentar adecuadamente sus casas durante el invierno que los liderados por hombres, pero los hogares liderados por mujeres cumplen mejor con el pago de sus facturas. Adicionalmente, la crisis del COVID-19 y el inicio de la crisis energética en 2021 afectó más a los hogares uniparentales de mujeres que de hombres, y las mujeres en España se vieron más afectas que la mayoría de las mujeres de los demás países de la UE.
Este mayor impacto de la pobreza energética en España durante el 2021 se puede deber al mayor incremento de los precios minoristas de electricidad en el país durante la actual crisis energética, que crecieron en un 46% en este año, mientras que el crecimiento de la UE fue del 17% (ver cifras hasta 2022 y la evolución de los precios minoristas y sus componentes en esta visualización). Así, es de suma importancia el adecuado diseño, establecimiento y ejecución de medidas para proteger a los colectivos que consumen electricidad y gas más vulnerables, como las mujeres. Además, como lo mencionan Ihobe y Emakunde, hacer frente a la pobreza energética, mientras se avanza en la transición energética y se mitigan los efectos del cambio climático, requiere de un enfoque de género, donde las mujeres participen y lideren en la toma de decisiones en materia de proyectos de generación, como los de las comunidades energéticas, o en el diseño de las políticas públicas.

Stephanía Mosquera López
Stephanía Mosquera López es investigadora del Lab de Energía y Medioambiente de Orkestra desde noviembre de 2022. Es economista, magister en Economía Aplicada y Doctora en Ingeniería (Énfasis en Ingeniería Industrial) de la Universidad del Valle, Colombia.
Su investigación se centra en los mercados de energía, especialmente en la modelación de los precios de la electricidad y el gas natural, medición y gestión de riesgos en los mercados y el impacto de variables climáticas.
