En 1935, la socióloga Margaret Mead afirmaba en “Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas”, que los roles de género y comportamientos sexuales varían según los antecedentes sociales y culturales. En 1949, la filósofa Simone de Beauvoir en su libro “El Segundo Sexo” al plantearse qué es una mujer, reflexionaba: “No se nace mujer, se llega a serlo”.

Ambas autoras, se convierten en precursoras de establecer la diferencia entre género y sexo, utilizados muchas veces de forma indistinta pero que cuentan con significados diferentes. John Money en 1955 y Robert Stoller en 1968 avanzaron en esta conceptualización y la popularizaron.

El género es una construcción psicosocial que se refiere a los roles, comportamientos, expresiones e identidades socialmente construidos de niñas, mujeres, niños, hombres y personas con diversidad de género que varía en el tiempo, en el espacio y entre culturas, mientras que el sexo está relacionado con los atributos biológicos de una mujer o un hombre y las funciones basadas en el complemento cromosómico y fisiológico. Aunque los términos sexo y género se utilizan a menudo de forma binaria, existe una considerable diversidad en la forma en que los individuos y los grupos los entienden, experimentan y expresan.

La perspectiva de género trascendió de la Universidad y la militancia feminista en 1995 en la Plataforma para la Acción de Beijing, donde se estableció la integración de la perspectiva de género como estrategia para promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres; subrayando la necesidad de incorporar la perspectiva de género en todos los niveles socioeconómicos y políticos.

Integrar la dimensión de género en una investigación significa que el género es parte del diseño de la investigación y se considera de forma sistemática a lo largo de la investigación, sin que sea necesariamente el objeto principal de estudio. Es una forma de abordar el enfoque androcéntrico predominante en el ámbito investigador a lo largo de la historia y que tiende a tomar invariablemente al hombre como referencia normativa. En este marco, es necesario tener en cuenta e incluir en el análisis la interseccionalidad, es decir, el reconocimiento de que las desigualdades sistémicas se construyen en base a la superposición de diferentes categorías de discriminación como la raza, el sexo, la clase social, etc.

Es necesario subrayar que la inclusión de la dimensión de sexo/género en la investigación no es lo mismo que el equilibrio de género en los grupos de investigación, es decir, no equivale a contar el número de mujeres y hombres en el equipo de trabajo ni tampoco en hacer especial hincapié en las diferencias entre hombres y mujeres.

La aplicación de una perspectiva de género es fundamental en la investigación para proporcionar una mejor comprensión del problema estudiado, dar forma a los resultados de los estudios y mejorar, por ejemplo, el desarrollo de políticas. Esto garantizará que tanto las mujeres como los hombres puedan influir y beneficiarse por igual de la investigación.

La falta de integración de la perspectiva de género puede dar lugar a resultados poco científicos y distorsionados que no recogen las opiniones y necesidades de la mitad de la población (algo más de la mitad si tu investigación se localiza en el País Vasco). Esto puede llevar, por ejemplo, a diseñar políticas que no reflejen las realidades de hombres y mujeres. En consecuencia, la integración del análisis de género y/o sexo en la investigación tiene (o puede tener) muchos efectos positivos.

Pero, ¿cómo se puede diseñar una investigación con perspectiva de género?. Aquí recogemos algunos aspectos:

  • Trabajar la sensibilización sobre género en el equipo de trabajo a través de la formación básica en teorías y conceptos básicos de género que permitan una identificación de lo que se entiende por género para la investigación que vas a abordar.
  • Intentar desarrollar preguntas de investigación que tengan en cuenta la dimensión de género y la interseccionalidad de forma que se rompan las dinámicas androcéntricas y la investigación se afronte desde sus inicios utilizando metodologías y estrategias para abordar las normas sociales y las relaciones de género, permitiendo la inclusión de todas las voces.
  • Identificación y análisis de la aportación realizada por las mujeres investigadoras a nuestro objeto de estudio, incorporando a nuestra investigación sus publicaciones más relevantes, consiguiendo así, incorporar textos alternativos a los canónicos, que normalmente reflejan una reflexión androcéntrica.
  • Si tu investigación es cuantitativa, identifica y recoge datos desagregados por sexo y evalúa el potencial para medir las cuestiones de género, de modo que, puedas planificar el diseño de otros instrumentos. De igual manera, evalúa el uso de variables androcéntricas en tus datos ¿te ayudan en tu investigación con dimensión de género?

Si la reflexión que te suscita leer este post es: “esto es francamente interesante, pero en mi temática no hay forma de incluir la perspectiva de género”, te invito a consultar esta Guía publicada por el centro nacional noruego de conocimiento para la perspectiva de género y el equilibrio de género en la investigación Kilden, que recoge ejemplos para ámbitos de investigación como la salud, la agricultura o el transporte.

Además, te animo a utilizar durante el planteamiento y el curso de tu investigación, y, por qué no, en tu día a día, la Guía básica para la comunicación no sexista de la Universidad de Deusto, ya que tal y como se recoge en la misma: “Lo que no se nombra, no existe”. 


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Mercedes Oleaga

Mercedes Oleaga, técnica sénior de Orkestra, es Licenciada en Sociología y cuenta con un Diploma de Estudios Avanzados en Economía Internacional y Desarrollo y un Postgrado en Investigación Social Aplicada, todo ello por la Universidad del País Vasco.

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Etiquetas: Lab de bienestar