En el proceso de urbanización que se está dando a nivel mundial, aparentemente, las grandes metrópolis y sus boyantes economías de aglomeración se han erigido como “hubs” de crecimiento económico en un mundo globalizado. Tal es el caso, por ejemplo, en España, de Madrid y Barcelona. Ante esta tesitura y en un momento de profundos cambios socioeconómicos, desde la perspectiva de las ciudades vascas, de tamaño intermedio, resulta necesario plantearse las siguientes cuestiones:
- ¿En qué medida está relacionada una mayor urbanización con el dinamismo económico?
- ¿Qué tipo de ciudades tienen más probabilidades de impulsar su crecimiento?
- ¿Cuáles son los principales activos para el crecimiento de las ciudades intermedias en el contexto actual?
Sobre la base del artículo de Pose y Griffiths, Developing Intermediate Cities, (2021), responderemos a estas cuestiones.
Las ciudades intermedias y la actividad económica
En primer lugar, habría que destacar que las ciudades más grandes del mundo no son obligatoriamente las más productivas. Las ciudades intermedias, particularmente en Europa, se han desarrollado como centros industriales y de servicios avanzados y, en muchos casos, son fuente de innovación y generación de actividad económica. Se pueden encontrar muchas referencias a este respecto: Dusseldorf, Lyon, Oporto, Frankfurt, Turín...
Asimismo, frente a la creencia de que las grandes multinacionales se asientan en las grandes metrópolis, las ciudades intermedias son atractivas para algunas de las empresas líderes y más innovadoras del mundo. El 17,2%, de estas se ubican en ciudades de entre 500.000 y 2 millones, mientras que el 19%, en ciudades de menos de 500.000 habitantes. Estas, a su vez, son capaces de generar y, también, atraer a personas trabajadoras especializadas que buscan calidad de vida y la presencia de distintos servicios culturales y de ocio. Y así pasamos al siguiente punto fuerte de las ciudades intermedias.
La calidad de vida en las ciudades intermedias
Si se toman como referencia las diversas clasificaciones que estiman la calidad de vida en las ciudades, independientemente de la clasificación, las ciudades intermedias obtienen puntuaciones abrumadoramente más altas en los índices de habitabilidad urbana (ver ranking NUMBEO o The Economist) . Esto se produce en prácticamente todos los indicadores, desde la contaminación, el tiempo de desplazamiento por tráfico, la calidad de la atención sanitaria, la seguridad, y el coste de la vida en general.
La cercanía institucional-organizacional y la puesta en marcha de políticas innovadoras
Además, frente a las grandes metrópolis, las ciudades intermedias ofrecen una escala asequible desde la que ser gestionadas dado que los efectos de la congestión urbana, contaminación, alquileres o el tráfico... se amplifican a medida que las ciudades crecen.
Esta escala más compacta favorece una interacción más estrecha con los agentes políticos locales, la sociedad civil y otros organismos relacionados con el desarrollo urbano y territorial. Así, se facilita el establecimiento de iniciativas y coaliciones impulsoras de políticas innovadoras, esenciales para afrontar problemáticas de naturaleza compleja como las que provocan las transiciones socioeconómicas imperantes (sostenible, digital y sociodemográfica).
Las ciudades intermedias y la cohesión social
Finalmente, las ciudades intermedias desempeñan un importante papel como lugares de oportunidad para las personas migrantes. Esto, muy vinculado a la cercanía institucional y organizacional que mencionábamos previamente, se debe a que ofrecen una mayor accesibilidad física y cultural y un mayor acceso a los recursos de apoyo que facilitan el asentamiento.
Todo lo anterior, posiciona las ciudades vascas de forma óptima, pero para que, al igual que el resto de las ciudades intermedias, exploten en mayor medida su potencial es muy relevante que sean capaces de imbricarse estratégicamente con el resto del territorio. A veces, y erróneamente, las grandes metrópolis y sus portentosas economías de aglomeración pueden permitirse el lujo de operar de forma autónoma pero las ciudades intermedias necesitan alinearse con las estrategias de desarrollo provincial y autonómico para poder obtener recursos y multiplicar sus posibilidades de crecimiento. Asímismo, las ciudades vascas, estrictamente, como se sitúan en el límite inferior de las ciudades intermedias (que se suele establecer entre los 300 mil y los 2 millones de habitantes), deberían ser desarrolladas desde una mirada policéntrica así como de área metropolitana que complemente y potencie sus activos.
Mikel Albizu
Es investigador pre-doctoral de Orkestra-IVC. En la actualidad combina sus estudios de doctorado con la participación en varios proyectos de investigación.
Su principal área de investigación es el empleo y los factores que lo impulsan desde las áreas regionales y locales.