Estamos viviendo una crisis sin precedente que nos dejará profundas huellas. Nos está afectando a todas las personas, aunque a cada una le está tocando vivirla y contribuir a superarla de forma distinta. La colaboración, el compromiso colectivo y la solidaridad son fundamentales en este proceso vital.
En Orkestra hemos reaccionado a esta situación excepcional y hemos puesto en marcha el Observatorio de Competitividad Regional COVID-19, en el que estamos desarrollando análisis para ayudar a los actores clave de competitividad de Euskadi en su toma de decisiones a corto, medio y largo plazo. Nuestro objetivo es contribuir, de acuerdo con nuestra misión de mejorar la competitividad y el bienestar de todas las personas, a reducir los impactos negativos de la crisis, facilitar la salida más ágil posible, y aprovechar las oportunidades que nos presenta.
Para poder identificar las medidas que hay que tomar es fundamental entender las características distintivas de esta crisis. El COVID-19 ha provocado una situación sin precedentes a nivel global. La propagación del coronavirus por diferentes países y las tensiones que esto conlleva en los sistemas sanitarios han generado una crisis global no comparable con las anteriores crisis económico-financieras. Así, nos encontramos no sólo ante una crisis de salud con gran repercusión sociosanitaria, sino ante una crisis socioeconómica. De hecho, este factor externo que es el coronavirus progresivamente da lugar a shocks económicos de oferta y de demanda que se retroalimentan entre sí. Este ciclo puede verse agravado si se acompaña por una crisis y derrumbe del sistema financiero.
A pesar del carácter global de esta crisis, hay algunos sectores de actividad (hostelería, restauración, turismo, transporte…) que experimentan un impacto más negativo pero puede haber actividades cuya demanda aumenta (grandes tecnológicas y de compras online y de distribución, el sector de alimentación y bebidas, ocio digital …). De la misma manera, algunos países en principio se verán afectados más negativamente que otros (en función del grado de envejecimiento de la población, tipo de sectores, temporalidad del empleo…).
Otro hecho clave que distingue la crisis actual de anteriores crisis, es el carácter potencialmente más temporal de la caída de la actividad, de modo que la actividad productiva no quebrada podría volver a ser operativa una vez comience la salida de la crisis sanitaria y la recuperación de la actividad. Para ello es fundamental, que asegurando las medidas de seguridad para la salud, se mantenga la actividad económica en la medida de lo posible. Hay además dos elementos que pueden hacer que la economía se recupere antes que en la crisis del 2008: el grado de endeudamiento de las empresas españolas y vascas es hoy mucho menor y el sector bancario se encuentra mucho más capitalizado y saneado que en la crisis anterior.
A la hora de abordar esta crisis podemos diferenciar dos fases: (i) la de resistencia ante la pandemia y (ii) la de reconstrucción y renovación de nuestra economía y sociedad. Actualmente nos encontramos en la primera fase, en la que la economía y la sociedad se encuentran “‘en pausa”. En esta fase priman sobre todo políticas reactivas que apoyan a las empresas, otras instituciones y personas a sobrevivir el shock y minimizar sus consecuencias en el corto plazo. Existen dos grandes prioridades en la fase de resistencia ante la pandemia:
- Solucionar la crisis sanitaria, dedicándole todos los recursos económicos y atención que para ello sean necesarios, incluso si ello supone a corto plazo un agravamiento de la crisis socioeconómica.
- Tratar de que la destrucción económica, social y anímica derivada de la crisis sea la menor posible.
Pero dentro de un tiempo - unas semanas o meses-, nos moveremos a la segunda fase, la de reconstrucción y renovación. En este escenario es fundamental contemplar, medidas, tanto de resistencia ante la pandemia como de reconstrucción de nuestra economía y sociedad. Esto nos permitirá salir reforzados de esta crisis: con un modelo socio-económico más resiliente (más capaz de adaptarse mejor a otros desafíos que tenemos como el del medio ambiente, la demografía o la digitalización), fortaleciendo nuestras instituciones y fortaleciendo nuestra sociedad (¡habiendo aprendido a cooperar más y mejor!)
En el marco del Observatorio de Competitividad Regional COVID-19, este es el primero en una serie de posts por parte de personas investigadoras tanto de Orkestra como de nuestra red internacional, que irán haciendo nuevas contribuciones sobre la incidencia del COVID-19 en la competitividad de las regiones, y específicamente de Euskadi.
Mari Jose Aranguren
Mari Jose Aranguren es la directora general de Orkestra y Catedrática de Economía en la Universidad de Deusto. Es una reconocida experta en el área de competitividad y estrategia territorial, clústeres y redes y el análisis y evaluación de políticas, temas sobre las que ha publicado numerosos libros y artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales de impacto.