Las recientes subastas de renovables para la generación eléctrica de 3.000 MW, el pasado día 17 de mayo, han vuelto a poner sobre el tablero la relevancia del desarrollo de renovables en España. Naturalmente, los medios se han hecho eco de los resultados en cuanto a tecnologías (eólica y biomasa) y a las empresas que han ganado la subasta.

Las renovables, sin duda, son un elemento fundamental, junto con otras energías, para avanzar hacia una economía baja en carbono. Sin embargo, no podemos llegar a buen puerto centrando los esfuerzos y la atención únicamente en la generación eléctrica.

En efecto, no sólo el sector eléctrico tiene que contribuir con renovables en el ámbito energético, también lo deben hacer otros sectores como los usos finales de la energía, por ejemplo en calefacción y refrigeración, y el transporte .

En un reciente estudio de la Cátedra de Energía de Orkestra de la Universidad de Deusto, hemos abordado la situación de energías renovables como la biomasa, la energía solar térmica y la geotérmica en calefacción y refrigeración en los sectores residencial y terciario.

En los últimos veinte años en España, se ha duplicado el consumo de biomasa para estos fines aunque la caída de precios de petróleo, y consecuentemente de los productos petrolíferos, ha ralentizado el crecimiento.

La energía solar térmica cuya evolución depende, en gran medida, de la construcción de viviendas, de las subvenciones y de las condiciones de financiación, está muy marcada por normativa como el Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE), habiendo crecido durante los años del boom inmobiliario.

La geotermia es de las tres energías la gran olvidada, debido en parte a que las directivas comunitarias no se han traspuesto literalmente a la normativa española. Además, las inversiones necesarias no ayudan a su desarrollo.

Si la biomasa es, al menos, de las tres la energía que tiene mayor relevancia (supone el 93% de las tres energías citadas para usos térmicos.) , ¿estamos en la senda para lograr los objetivos del Plan de Energías Renovables 2010-2020? (somos conscientes de que dicho documento no resulta, desde hace tiempo, de ninguna relevancia práctica, podría constituir una referencia válida). La respuesta es que queda mucho por hacer.

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Si esto supone un notable reto, mayor es el que atañe a la solar térmica y a la geotermia, dado que en 2015, se encontraban en un grado de cumplimiento del 50%. No menos importante es la clara conveniencia de reforzar e incrementar el compromiso de los objetivos para estas energías, acompañadas de medidas e instrumentos para que las renovables tengan también su relevancia en la economía y en la sociedad del futuro más allá de la generación eléctrica.

En esta línea un primer paso fundamental es conocer mejor y con mayor rigor la situación actual en términos cuantitativos. Así en términos de consumo de energía renovable en calefacción y refrigeración, los datos existentes resultan incompletos, no existiendo registros oficiales de todas las instalaciones. Hay que tener en cuenta que en este ámbito además, en ocasiones, resulta compleja la recopilación de los datos al tratarse de numerosos puntos en origen.

Asimismo, hay una considerable heterogeneidad de unidades y metodologías para la elaboración de las estadísticas, que junto con la diversidad de criterios de las administraciones, complican la tarea de comparación de las estadísticas.

Como consecuencia, las cifras pueden carecer de la homogeneidad, transparencia y robustez deseable y podrían no reflejar fielmente la realidad (por ejemplo en el comercio de biomasa).

Ante esta situación, se hace necesario avanzar en los registros y en la mejora de la monitorización y seguimiento de la contribución de las energías renovables en los usos finales. Además, se debería promover la realización de inspecciones de las instalaciones, con el fin de conocer de manera más exacta su aportación real al mix energético.


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