Alemania y su transición energética (Energiewende) se han convertido en un referente a nivel mundial por la modificación del mix energético de una gran economía que además es gran consumidora de energía tanto en el sector industrial como en el doméstico.

Hoy en día el concepto “transición energética” tiene varias interpretaciones, según quien lo utilice. Para algunos consiste en la búsqueda de una economía baja en consumo de energía, para otros se pretende evolucionar hacia un mix energético basado prácticamente en renovables. En la mayoría de las interpretaciones subyace un sentido de finalidad que, a nuestro entender, es un rasgo distintivo que no debemos perder de vista, ya que es esencial cómo se defina el objetivo u objetivos.

Los objetivos del Energiewende se sustentan en dos pilares básicos, a saber, el incremento de renovables y la mayor eficiencia energética. A ello hay que añadir la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo también el cierre de las centrales nucleares, que tiene implicaciones de gran trascendencia. En todo caso, se trata de una política muy ambiciosa y amplia, abarcando no solo la industria energética propiamente dicha sino también a los sectores industriales relacionados.

Los objetivos más cercanos en el tiempo son para el año 2020. Para entonces, es probable que se logren los de renovables en electricidad, cuyo desarrollo está soportado en una combinación de feed-in tariffs y subastas de potencia de distintas tecnologías renovables. Estos desarrollos se enfrentan al reto de desarrollar las redes eléctricas en el interior del país, que van con un considerable retraso.

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El examen de las cifras sobre la situación actual y de las perspectivas a futuro muestran que la descarbonización se está enfrentando a considerables problemas para lograr los objetivos, no solo en el transporte de pasajeros y en la edificación, también y no menos importante en la generación de electricidad, ya que a pesar del incremento de potencia en energías renovables, la generación con lignito y hulla sigue teniendo un fuerte peso, con producciones que superan al gas natural.

Esto resulta más destacable en la medida en que incluso las previsiones a futuro muestran que el papel del carbón seguirá siendo importante. Ello es debido, en parte, a los menores costes de generación con este combustible, a lo que contribuye la mejora del rendimiento de las centrales térmicas, y en parte, a la falta de señales de precio de los derechos de emisiones de CO2.

El Energiewende está teniendo impacto en otras cuestiones como el fuerte incremento de precios de la energía eléctrica para los consumidores, domésticos e industriales. Ello se debe, fundamentalmente, al incremento de las tasas y recargos, como los que apoyan el despliegue de renovables (EEG Umlage). Otra implicación es la sistemática y continuada caída del valor de las compañías eléctricas en el mercado, lo que les ha llevado a profundos cambios en sus estrategias empresariales, que además han supuesto la aparición de nuevas empresas.

Las implicaciones anteriores no agotan el conjunto de repercusiones que el Energiewende está teniendo en el ámbito eléctrico y desde luego las que con carácter más general está teniendo y tendrá sobre la energía, la industria y la economía en Alemania.

Eloy Álvarez Pelegry & Roberto Álvaro Hermana


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