Sin duda a la hora de definir desarrollo territorial (DT), podremos encontrar tantas definiciones o perspectivas como autores consultemos. De todas las definiciones que se pueden encontrar, uno de los factores en común es pensar que el objetivo final son las personas, entendiendo esto como la forma en que la estrategia de desarrollo logra mejorar la calidad de vida de las personas, lo que a la vez se vincula a las múltiples dimensiones del desarrollo (desde la categoría económica; política, social y ambiental).

En el intento de vincular a las personas con el proceso de DT, podemos mencionar la definición de cohesión social, que en términos de la CEPAL, se define como “…la dialéctica entre mecanismos instituidos de inclusión y exclusión social y las respuestas, percepciones y disposiciones de la ciudadanía frente al modo en que ellas operan…” ( Ottone y Sojo). Esta definición hay que entenderla en un contexto subjetivo e intangible. Subjetivo porque cada sociedad debe definir y discutir acuerdos en torno a qué es aceptable y qué no, y así como generar acuerdo en cuáles son los elementos que componen la definición de calidad de vida: es decir, qué nivel de acuerdo entre los ciudadanos y los distintos niveles de gobiernos son aceptables en términos de justicia social, lo que implica un empoderamiento de la ciudadanía en la definición de la dimensión social. Por otro lado, se puede calificar como concepto intangible, pues estará vinculado con los sentimientos de pertenencia, identificación de valores comunes como sociedad o significancia regional, entre otros.

Esto nos lleva a otra pregunta, donde también encontraremos múltiples respuestas: ¿qué entendemos por calidad de vida? Innegable es que esta preguntas tendrán tantas respuestas como personas consultemos. Algunas personas puede considerar más importante la educación, otras la salud y otras las libertades individuales. En estas definiciones entran en juego cuestiones y valores culturales, lo que hace que cada población tenga un concepto de bienestar social distinto, y cada vez más se encuentra en la literatura ligada a la Cohesión Social.

Esta idea, implica dar voz a los actores sociales, involucrarlos en la definición de metas y objetivos, y a la vez requiere instituciones que trabajen para el desarrollo, instituciones flexibles, que presenten mecanismo que permitan, que den espacio, a este tipo de procesos. En este contexto la universidad, además de sus tradicionales roles de investigación y formación, puede jugar un papel relevante como actor de cambio en los territorios, repensando su misión y generando espacios donde pueda actuar como facilitador de los procesos de desarrollo territorial; construyendo estrategias de generación de conocimiento en forma conjunta con los actores de cada territorio, en la búsqueda de lograr la cohesión social.

Forman parte de esta serie sobre la dimensión social del desarrollo territorial:

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