Una de las ventajas con las que contamos a la hora de reflexionar sobre la cacareada cuarta revolución industrial es que contamos con tres previas que permiten adentrarnos en ella con cierto criterio.

A la luz de este bagaje, quizá la primera pregunta que deberíamos plantearnos es si realmente estamos asistiendo a una revolución industrial. Cuando miras el alcance y el impacto de las anteriores, verdaderamente, te planteas si todo lo que estamos viviendo está a la altura de lo acontecido. En el ámbito productivo, por ejemplo, surgieron industrias variadas y novedosas como la siderúrgica con el acero, o la química, que trajo consigo los fertilizantes, los medicamentos y los materiales artificiales como el plástico (Mokyr & Strotz, 1998). En el ámbito social, el sistema imperante se resquebrajó hasta sus cimientos generando nuevas formas de vida y de trabajo. De la mano de este cambio, lo urbano creció y se consolidó como el espacio vital en el que habitan y se relacionan los seres humanos, y es que una revolución industrial es una cosa muy seria. 

En cualquier caso, podemos asumir que disponemos de suficientes indicios para pensar que sí, que efectivamente estamos ante una cuarta revolución industrial, especialmente si la inteligencia artificial alcanza los niveles de sofisticación que algunas voces expertas vaticinan. A partir de aquí, una cuestión clave para entender la naturaleza de las revoluciones industriales es analizar los fundamentos que explican su propagación. En las anteriores existieron países con una notable capacidad científico-técnica que las podrían haber abanderado, pero quedaron rezagados. Rusia constituye un ejemplo paradigmático y, tal como señala Kranzberg (1986), la respuesta no se encuentra en la destreza mental ni en la capacidad inventiva del pueblo ruso, sino en el complejo de circunstancias sociales y políticas en las que prosperan la invención y la innovación.

A partir de este planteamiento, resulta necesario preguntarse cómo se despliega una revolución industrial. El propio Kranzberg identificó los factores que explican por qué la primera revolución industrial se consolidó en Gran Bretaña. A continuación, se exponen brevemente:

1. Capital para el desarrollo industrial: el capital para invertir en maquinaria fue necesario para la industrialización. Además del coste de la maquinaria en sí, también hay que tener en cuenta el gasto que supone salvar la brecha entre la invención y la innovación, es decir, el desarrollo de una idea básica en un proceso o pieza de maquinaria utilizable.

2. Mano de obra para la industria: uno de los principales obstáculos para que la máquina de vapor de Watt se generalizara más rápidamente fue la escasez crónica de mano de obra cualificada. El problema del mantenimiento o la reparación de los motores que estaban en uso superaba las capacidades de la mayoría de los mecánicos hasta que la nueva maquinaria llevaba en uso unos veinte años. Dado que la maquinaria se desarrolló primero en Gran Bretaña, los trabajadores británicos adquirieron una ventaja en la adquisición de estas habilidades técnicas.

3. Mercados para productos fabricados en serie: Gran Bretaña no podía competir con el ya consolidado comercio francés de artículos de lujo hechos a mano. Por ello, buscaron cubrir las demandas del mercado masivo, cuyas necesidades solo podían satisfacerse con productos más baratos, que a su vez sólo podían producirse con máquinas. Una vez que Inglaterra comenzó a fabricar y suministrar productos de baja calidad en grandes cantidades, su liderazgo industrial aumentó inevitablemente.

4. Materias Primas: las materias primas y los recursos naturales son esenciales para la industrialización. Gran Bretaña poseía carbón y hierro, las principales materias primas utilizadas por la industria, accesibles y próximas entre sí.

5. Transporte: las materias primas, los productores y los mercados deben estar conectados. El transporte es básico incluso para la producción más primitiva. En la era industrial, la provisión de medios de transporte genera, además, estimula el desarrollo de las habilidades de ingeniería y el transporte en sí mismo y se convierte en una industria.

6. Inventores: Gran Bretaña tuvo grandes inventores, aunque Francia, su gran competidora, contaba con una capacidad intelectual similar. Sin embargo, las oportunidades económicas, sociales y técnicas que ofrecía Gran Bretaña resultaron ser más favorables para la innovación tecnológica. Así, los inventores británicos encontraron más y mejores oportunidades para convertir sus ideas en realidad, en comparación con sus homólogos franceses.

7. Ruptura con la tradición industrial: Gran Bretaña, como ya hemos mencionado, se había quedado rezagada en la fabricación de artículos de lujo durante el siglo XVIII y seguía empleando técnicas artesanales de baja rentabilidad. Por eso, cuando se hizo posible obtener beneficios mediante la introducción de nuevas máquinas y nuevos métodos, los empresarios británicos no dudaron en aprovechar la oportunidad. Sin la ruptura de las actitudes tradicionales y sin la desintegración de los rígidos patrones de comportamiento del pasado, la innovación industrial no hubiera tenido lugar. 

8. Emprendedores: en complementariedad con el punto anterior, el espíritu emprendedor fue crucial, pero gran parte del avance tecnológico de la época no residió tanto en la creación de técnicas completamente nuevas, sino en la adaptación de habilidades tradicionales -como las de los relojeros, molineros, herreros y otros oficios similares- a nuevas formas organizativas-productivas y a las necesidades emergentes que los empresarios supieron prever.

9. Cambio agrícola: el crecimiento de los grandes centros fabriles en el siglo XVIII no habría sido imposible si la producción agrícola no hubiera avanzado lo suficiente como para satisfacer las necesidades de una gran población industrial.

10. Políticas gubernamentales de industrialización: el avance industrial se ve muy afectado por las políticas e instituciones gubernamentales. La cuestión es que el gobierno debe proporcionar un entorno favorable a la industria, ya sea mediante acciones directas o mediante una pasividad deliberada. Debe responder a las necesidades del crecimiento industrial, como lo hizo Inglaterra en las cruciales décadas centrales del siglo XVIII, cuando comenzó la Revolución Industrial.

11. Actitudes sociales hacia la industrialización: no solo el gobierno, sino, en términos generales, la sociedad desarrolló valores, actitudes e instituciones favorables a la industrialización. Aquí se incluía el deseo de progreso material, la aprobación de la movilidad social, la disposición a aceptar nuevas ideas y técnicas, y la apreciación de los avances tecnológicos como vía para la mejora material.

12. Nivel Tecnológico y necesidad social: sin duda, muchos descubrimientos han desaparecido junto con sus descubridores porque no se ajustaban a las necesidades o técnicas de la época. Si el invento de James Watt hubiera llegado antes, es posible que aún no existieran las técnicas y máquinas necesarias para producir las formas metálicas básicas para su motor. Y lo que es más importante, podría no haber atraído el capital suficiente para su fabricación a escala comercial.

Conocer los factores que causaron el crecimiento industrial en el siglo XVIII, puede ofrecer algunas lecciones aplicables a nuestra situación actual. Ahora bien, la revolución industrial se debe tomar como un proceso más que como un período de tiempo definido. Por ello, si este fenómeno se está dando en la actualidad, nos encontramos en la etapa inicial. Esto implica que miles de procesos serán optimizados en el futuro por tecnologías emergentes. Asimismo, no existe un factor crítico que explicara el liderazgo de Gran Bretaña en la Revolución Industrial, más bien, fue una multiplicidad de factores tecnológicos y socioculturales los que produjeron un cambio tan radical y vinculante.


Mikel Albizu

Mikel Albizu

Es técnico de investigación de Orkestra-IVC. En la actualidad combina sus estudios de doctorado con la participación en varios proyectos de investigación.

Su principal área de investigación es el empleo y los factores que lo impulsan desde las áreas regionales y locales. 

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