Vender en el extranjero es una de las máximas prioridades de las empresas vascas hoy en día. Y cada vez hay más empresas que se apuntan a la internacionalización con el fin de diversificar sus ventas en el mercado doméstico y foráneo.
Tanto el valor de las exportaciones, el numero de sedes en el extranjero y la cantidad de empresas en vía de internacionalización aumenta progresivamente, aunque ciertos índices (inter-mensuales) pueden mostrar bajadas de vez en cuando en términos generales o a nivel de alguna provincia.
Ahora, una mirada más detallada a los indicadores de internacionalización hace ver que por mucho que se haya despejado la internacionalización en valor agregado, sigue siendo un fenómeno poco “inclusivo” o “nivelado”.
Es decir, si nos fijamos en las empresas que exportan bienes por un valor de 50.000 euros o más, vemos que este segmento cuenta con un grupo selecto y reducido de empresas y que por el contrario la gran mayoría de empresas exporta por escaso valor, lo cual crearía una cola larga en un grafico con el valor de ventas extranjeras en el eje vertical y el número de empresas en el eje horizontal. Es más, si desde 2010 el número de empresas exportadoras ha aumentado más del 50%, la cantidad de empresas cuyo valor de ventas en el extranjero sobrepasa los 50.000 euros apenas ha crecido.
De esto se desprende que muchas empresas se encuentran con una barrera de resistencia para que la internacionalización se convierta en una fuente de ingresos substancial. También se puede derivar de ello que la internacionalización -como montar una empresa en general- es algo que requiere perseverancia, visión y estrategia, y no da resultados instantáneos ni cobra dimensiones significantes rápidamente. Precisamente en este contexto es algo preocupante ver que al lado de las múltiples empresas que inician pasos de internacionalización hay una gran cantidad que en cierto momento interrumpe esa actividad. Con lo cual emerge un efecto de puerta giratoria donde las empresas entran y salen con casi la misma intensidad y el incremento neto de empresas internacionalizadas sufren seriamente y frustra que una mayor parte de ello se convierte en una multinacional de gran envergadura.
Evidentemente, para que el número de empresas que se internacionalize aumente, así como los valores correspondientes a las ventas en el extranjero, es preciso seguir apoyando a las empresas a que inicien actividades de exportación y de implantación en el extranjero. Pero también –sobre todo por el considerable número de empresas que se da de baja después de un tiempo- es evidente que la internacionalización no es igual de fácil para todos. Más allá de la coyuntura, el potencial de demanda de un producto y el grado de competencia al que se expone una empresa en contextos internacionales siempre será heterogénea y forma una barrera más o menos inexpugnable. Debiera ser posible de identificar aptitudes, rasgos y medios empresariales (un “ADN”) que inciden comúnmente y positivamente sobre el potencial de triunfar cuando la empresa se propone internacionalizase y convertir las ventas extranjeras en una verdadera fuente de crecimiento para la facturación y el empleo.
En el campo del “emprendimiento” muchas veces a las empresas de rápido crecimiento se les denomina como ‘gacelas’. En el ámbito de la internacionalización también convendría delinear algún ADN para las empresas con mejores posibilidades de la media para crecer considerablemente en base a la internacionalización. Esto permitiría a los que prestan apoyo a las empresas que se quieren internacionalizar tener mejor criterio para la alocución de ayudas y obtener un mayor retorno sobre las ayudas prestadas.
Observaciones entre empresas con buenos resultados en materia de internacionalización hacen entrever que el éxito en mercados extranjeros no es fruto de la casualidad y que las empresas que triunfan en el extranjero se caracterizan típicamente por una buena capacidad gestora que también se nota en áreas como la innovación, la calidad y las ventas. También temas como la estrategia digital de una empresa para aumentar su visibilidad y traceabilidad ante públicos nuevos, el interactuar con comunidades (multinacionales) de usuarios -sea en la red o de forma no virtual- y el desarrollar o adaptar productos en respuesta a ideas y necesidades particulares en mercados foráneos (“innovación a la inversa”) son típicos “propiedades” de empresas que saben adaptarse y moverse con éxito en terrenos a priori desconocidos. Todo junto forma un modus operandi que ayudan a reducir y manejar los riesgos e incognitos que son intrínsecos a actividades como la internacionalización.
Más información en el Informe de Competitividad del País Vasco 2013.
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