Muchos vemos el nuevo año como una oportunidad para redirigir nuestras vidas, o por lo menos, nuestros hábitos. Un momento para repensar más allá del día a día, tratando de (re)definir qué-quién queremos ser a futuro. ¿Y si hiciésemos ese ejercicio para Euskadi?
En Orkestra, junto con el Gobierno Vasco, llevamos un año y medio inmersos en un proceso de reflexión a futuro con las instituciones vascas y numerosos agentes socioeconómicos para visualizar qué Euskadi queremos construir para la próxima generación, denominado Euskadi 2040.
Recientes acontecimientos, como la pandemia o la guerra en Ucrania, han dejado latente el alto nivel de incertidumbre existente cuando hablamos de futuro. Así, volátil, incierto, complejo y ambiguo (“VUCA”, por sus siglas en inglés) son algunas de las formas mayoritarias de adjetivar nuestro entorno, y no sin razón.
Sin embargo, al igual que a título individual muchas personas confiamos en la existencia de un locus de control interno, es decir, que tenemos poder de decisión sobre nuestro futuro, podemos extrapolar la misma lógica al nivel regional; así, destacamos la importancia no solo de “prepararnos” para el futuro sino de tener una actitud proactiva en su construcción.
Tradicionalmente, las ciencias del futuro y la prospectiva han seguido una máxima positivista, poniendo el foco en generar conocimiento sobre el futuro a través de personas expertas. Hoy, crecientemente se adopta un enfoque más pluralista, que entiende que no existe un único futuro, sino múltiples futuros. Como propone Angela Wilkinson en su Strategic Foresight Primer, no pueden existir hechos sobre el futuro, y por ello, “el futuro es siempre una historia, y siempre hay más de una historia”.
Desde esta óptica, para la Comisión Europea, la función de la prospectiva no es predecir “el futuro”, sino evaluar diferentes escenarios plausibles, definir el futuro deseado y direccionar las actuaciones hacia el mismo desde hoy. ¿Y cómo lo hacemos?
El establecimiento de propósitos (de año nuevo, o de curso nuevo) suele ser un proceso individual, que emana de la autorreflexión, y se materializa en la formulación de un listado de objetivos; si eres de la vieja escuela, suficiente con un lápiz y cuaderno.
Cuando hablamos de un territorio, naturalmente el proceso se complejiza, ya que no es ni puede ser suficiente con un proceso individual, ni siquiera de un solo agente. Es necesario acordar un mínimo común sobre cuál es nuestro futuro deseado, es decir, construir una visión compartida del territorio, que permita que todos y todas rememos en la misma dirección. Para ello, el diálogo es la herramienta clave.
Hasta el momento, hemos llegado a proyectar la Euskadi de 2040, a través de los diferentes contrastes con agentes institucionales y socioeconómicos, como un territorio próspero, innovador, verde, inclusivo, comprometido y conectado. Y, además, hemos identificado una serie de retos de competitividad para avanzar hacia el mismo.
- Próspera: que garantiza la sostenibilidad económica del modelo de bienestar y servicios públicos de calidad construidos hasta hoy, a través de la disponibilidad de empleo y renta adecuadas para todas las personas, y que fomenta la adaptación de las capacidades (personales e institucionales) a los retos de futuro.
- Innovadora: que basa su ventaja competitiva en el desarrollo de su capacidad de innovación, siempre dirigida a responder a necesidades de la sociedad o del sistema productivo; innovación desarrollada en todas sus formas y mecanismos y por todos los agentes sociales en colaboración.
- Verde: que cuenta con avances sustanciales hacia la meta de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2040 a través de la descarbonización efectiva de la economía de forma económica y ordenada, pivotando hacia modelos más sostenibles tanto en producción como en consumo.
- Inclusiva: que continúe conjugando la competitividad económica con la cohesión social, afrontando las desigualdades verticales (entre los que más y menos tienen) y horizontales (entre diferentes colectivos) a través de servicios públicos de calidad. Y además, buscando un equilibrio entre la economía productiva y la garantía de los cuidados necesarios para todas las personas.
- Comprometida: que mantenga su identidad propia de manera dinámica, construyendo un sentimiento de comunidad; y cuente con un alto nivel de compromiso social, político y empresarial con el territorio, abordando los retos futuros, desde su singularidad, con actitud proactiva y corresponsable a través de nuevos modelos de gobernanza colaborativa.
- Conectada: que su modelo de desarrollo económico-medioambiental-social sea un referente en el plano internacional, estando abierta al mundo, compartiendo conocimiento, financiación y capital humano, pero con conciencia global y en coherencia con parámetros de desarrollo sostenible y justicia social.
Esta visión no tiene vocación de ser una foto fija, sino de servir como brújula a la hora de aterrizar las dimensiones en actuaciones más concretas en un futuro incierto, permitiendo identificar desviaciones a lo largo del camino.
Multitud de estudios apuntan a que las principales razones por la que la ratio de éxito de los propósitos personales no supere el 16%, son la falta de concreción, planes de acción y monitoreo.
Por contraposición, la iniciativa Euskadi 2040 ya cuenta con cinco metas y un panel de indicadores acordados que permitan evaluar el avance en la dirección propuesta. Y, además, es precisamente este el foco propuesto también para 2023: no solo continuar las conversaciones para seguir construyendo una visión compartida para el futuro de Euskadi, sino pasar de la reflexión a la acción, a través del establecimiento de una agenda compartida que permita dar pasos concretos y firmes hacia su consecución.
Ane Izulain
Ane trabaja como investigadora predoctoral en Orkestra, donde colabora en proyectos entorno al desarrollo territorial y la competitividad para el bienestar inclusivo y sostenible de Euskadi.
Mari Jose Aranguren
Mari Jose Aranguren es la directora general de Orkestra y Catedrática de Economía en la Universidad de Deusto. Es una reconocida experta en el área de competitividad y estrategia territorial, clústeres y redes y el análisis y evaluación de políticas, temas sobre las que ha publicado numerosos libros y artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales de impacto.